Frente a un nuevo 25N

Este miércoles se conmemora el Día Internacional contra la Violencia de Género, día que honra, para quien no lo conozca, a las hermanas Mirabal, y que nos recuerda su asesinato en 1960, por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana.

La verdad es que este año está siendo una auténtica tortura. Unos números que nos muestran una cifra de víctimas, de mujeres asesinadas, que no muertas, que nos dejan temblando cada vez que se publican. Un año tristemente recordado por las ya ¿55? víctimas mortales a día de hoy… 55 familias, 55 mujeres que ya no están, imaginaros que por un momento ya no estáis… ¿Y lo más grave? Después, evidentemente, de la muerte y de la situación de indefensión en la que quedan muchas de las víctimas, la ausencia de movilización social y la ausencia de respuesta política a semejantes cifras de feminicidios “a gran nivel”. Yo quisiera imaginarme un mundo en el que estas movilizaciones no fueran necesarias, pero también un mundo en el que cuando ocurriera algún ASESINATO nos movilizáramos socialmente como con los atentados de París, cuestión que por supuesto está más que motivada, pero que nos hace ver que hay víctimas de segunda y de tercera división..

Estos días como el 25N nos tienen que hacer servir para recordar, para no olvidar, pero también para hablar, además de los ASESINATOS, de las otras víctimas de la violencia. Para escribir este artículo he entrado en la página del Ministerio para la Violencia de Género y veo un apartado que pone “Las otras formas de violencia sobre la mujer”. Peeeero, si pinchas sólo aparece “trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual” y “mutilación genital femenina”. Que no digo yo que no sea importante, lo es y muchísimo por cierto, pero yo creo que se queda un poco corto. Violencia de género es, o debiera ser considerado también, otras formas más sutiles de violencia y que están presentes en nuestra sociedad todos los días: violencia económica, violencia social, cultural, educativa… y también aquella relacionada con la “propiedad” de nuestro cuerpo.

Y aquí me viene a la cabeza otra “sutil” forma de violencia de género… En septiembre se reformaba la ley del aborto en nuestro país. Para quién no sepa como está la situación legal en nuestro país, decir que:

  • hasta la semana 14 de embarazo es posible abortar.
  • hasta la semana 22 si existe riesgo para la vida o salud de la embarazada, si existen graves anomalías en el feto o se detecten anomalías incompatibles con la vida (en este caso extensible al momento en el que se detecten).

Pues bien, hasta el momento se adelantaba a los 16 años la “mayoría de edad” para abortar, aunque debían ser informados sus madres/padres, salvo que existiera conflicto manifiesto grave. Desde la última reforma no han de ser informados, sino que la menor ha de contar con su expreso consentimiento (y en caso de conflicto será el juez el que decida…)

Y yo pienso, ¿qué ocurre en aquellos casos de violencia donde ésta es ejercida, más veces y más cerca de lo que creemos, por los propios padres hacia las hijas y resultado de ello se gesta un bebé? ¿Por qué, aún en el caso, por ejemplo de estar ya casadas incluso, y queremos abortar, tiene nuestro padre que darnos autorización? Sólo faltaría que fueran necesarias también firma mancomunada de padre y marido. ¡Anda ya! Que volvemos ¿a los tiempos de antaño? Ningún aborto es plato de gusto para ninguna mujer, de eso apenas se habla. Pero de que somos dueñas de nuestro cuerpo tampoco. No creo que ninguna de las miles de mujeres que abortaron este año en nuestro país lo hayan hecho por placer, asumirán sus consecuencias de por vida, estoy segura, más o menos camufladas en su interior… ¡¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para prevenir y aborto legal para no morir!!  Porque… ¿sabéis que se consigue con reformas de este estilo? Que sigan abortando pero en clínicas clandestinas, con medidas que no garantizan su salud y donde el impacto será mayor para ellas, por las circunstancias que lo acompañan. Esto también es violencia de género…

Por ellas, por nosotras, por nuestras hijas, por nuestros hijos también, por vivir una sociedad sin violencia…

LA MUJER DECIDE

LA SOCIEDAD RESPETA

EL GOBIERNO GARANTIZA …

Y LA IGLESIA NO INTERVIENE.

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