Feminismo y economía. ¿Dónde quedan nuestros derechos?

Recientemente, hablaba con unas compañeras sobre brechas salariales, dificultades del mercado  «laboral” para las mujeres y corresponsabilidad en la división de tareas domésticas y medidas de conciliación para la vida personal y familiar y laboral. Complicado… ¿o no tanto?

Y las primeras reflexiones a las que llegaba era: ¿que se entiende en estos contextos por mercado laboral? Porque, en primer lugar, uno de los principales motores de la economía no “está incluido” en tal reflexión, que es el trabajo doméstico no “oficializado”, es decir, subcontratado, y aún en estos casos cuantas personas se encuentran dentro de la mal llamada economía sumergida… Mucho se podría decir de esto, del por qué no se cuenta, del por qué no se oficializa, de qué ocurre cuando nuestras familias deciden subcontratar esta parte tan importante de nuestra economía y a quién, a qué mujeres, perpetuando muchas veces los roles de género con los que tanto luchamos “en lo publico”: muchas mujeres inmigrantes, que han dejado a sus familias por buscar una situación mejor, dejando a sus hijos a la vez en manos de otras mujeres, para venir a cuidar de los nuestros… Y si se llegara a contabilizar todo ello, con mucho supondría la parte más importante de nuestro PIB. ¿La respuesta sería porque no interesa? ¿Por que se darían cuenta de lo que “vale”? La actual situación de la economía de los cuidados, si se llegara a paralizar, supondría un caos más importante que el de la caída de cualquier de las bolsas europeas…

Además, ¿en qué situación están aquellas mujeres que saliendo al “mercado laboral” aceptan casi cualquier cosa, liderando las estadísticas de trabajos precarios, menos cualificados, a tiempo parcial, con una brecha salarial que ronda de media el 19% … (¡¡¡el 19%!!!) según los últimos datos publicados. Y aún así, la mayor cualificación o responsabilidad no garantiza la igualdad salarial. ¡En España estamos tres puntos por encima de la media europea en desigualdad! Así se entiende el rechazo de los hombres a la entrada a las mujeres en un determinado sector: se vuelve más precario, con peores sueldos, con peores jornadas y peores condiciones.

Una última reflexión en este sentido: ¿por qué ahora por parte de las grandes instituciones económicas se ha llegado a decir que  la entrada masiva de las mujeres al mercado laboral puede incrementar el PIB hasta en un 35%?¿Por qué les preocupa ahora la “oficialización”? ¿Para aumentar cifras? ¿A costa de qué? ¿De oficializar trabajos como la prostitución que vulneran el más esencial de los derechos de las mujeres como es la libertad, el derecho a su integridad física y moral, dignidad, etc.? Sí señores del FMI, quizás la reflexión más correcta sería en sentido contrario. Déjense de preocupar tanto por cómo contabilizar la salida de las mujeres al mercado laboral y preocúpense ustedes más de la entrada del hombre a las tareas domésticas… ¿Por qué no se habla de ello?

Y el gran “palabro” de nuestro siglo, la conciliación. Se habla de medidas de horarios más flexibles, para que todas y todos salgan antes de trabajar y poder pasar más tiempo en familia, reduciendo el estrés y ampliando el tiempo libre, pero digo yo, solo he leído en un sitio que el horario es una importante medida de conciliación en el sentido de que así los hombres tendrían más tiempo para incorporarse también a lo doméstico (y no horario como sinónimo de tiempo libre para las mujeres) y ejercer su corresponsabilidad en lo privado. También se habla de ampliar medidas como los permisos paternales por nacimiento de hijas o hijos, que, aún siendo una medida correcta y adecuada, no sería la primera que vendría a mi mente, desde luego. Tendría más eficacia contar con trabajadoras y trabajadores sanos mentalmente, a los que se provean de las circunstancias para que puedan criar a sus hijas o hijos como ellas y ellos deseen, el mínimo de tiempo que la Organización Mundial de la Salud recomienda para la lactancia materna, por ejemplo, que es de seis meses, muy lejos de las actuales medidas, y también muy lejos de nuestros vecinos europeos. Aunque reconozco que también me llamó la atención el dato de nuestra distancia con respecto a EEUU, en este caso en sentido contrario, ya que es uno de los 8 países del mundo en los que no existe este descanso obligatorio.

¿Por qué cuesta tanto  incorporar medidas de conciliación tanto en la legislación como en la práctica empresarial? Los datos reflejan que las y los trabajadores implicados en su empresa son más productivos en un 19% , lo que va en contra de la práctica actual del criterio de presencia horaria en lugar de la flexibilidad o el trabajo desde casa.

En definitiva, mucha sociedad avanzada, mucha modernización, pero las mujeres seguimos estando oprimidas y vulneradas en nuestros derechos mucho antes ya de salir al mercado laboral, desde nuestro propio domicilio. Si no se atacan las bases de la división sexual del trabajo, de los estereotipos de género y los roles culturalmente asignados a cada uno, la situación real no cambiará y la supuesta salida en masa al empleo público no hará más que multiplicar por 3 o por 4 nuestras cargas, dejando que nuestras vidas sigan chocando con al sociedad patriarcal que nos ha tocado vivir.

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